UN CUENTO DE NAVIDAD PARA EL CORAZÓN.

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diciembre 8, 2017 10:52 pm

Han pasado algunos años ya, pero aún recuerdo las noches decembrinas de mi infancia, la ilusión que me causaba saber que la Navidad había llegado. Recuerdo a mi mamá, muy joven, arreglando y limpiando la casa, a mi papá desempolvando los adornos del nacimiento, con sus figuras que cuidaba como tesoros pero que cada año una que otra se rompía solo para demostrarnos que otro ciclo había quedado atrás.

Tal vez y seguramente había carencias algunos años pero, nosotros, los niños, no lo sabíamos y contábamos los días para poder recibir aquellos regalos de las manos mágicas que llegaban en un trineo o en un camello. Y, entonces poníamos con gran esmero e ilusión nuestro arbolito y regábamos las lucecitas en forma de piñitas por toda la casa para ir probando cuáles servían y cuáles ya no, ¡cuántas veces nos picamos los dedos con esas piñitas que nuestros pequeñitos no conocen!

Todavía recuerdo que en familia platicábamos cuáles serían los platillos para la cena de Navidad y aunque sabíamos que cada año serían los mismos, era una tradición que gozábamos pues mi abuelita hacía una mueca de alegría cuando reconocíamos que sus guisados eran exquisitos y mi mamá le hacía segunda al proponer el menú, los manteles de la fiesta y la vajilla especial.

La casa de los abuelos se vestían de manteles largos, toda la familia reunida, comida sobre la mesa, un hogar lleno de amor, de niños, de niños todos éramos ricos y no nos dábamos cuenta.

Cuento registrado por Laberinto de Aventuras

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